No es posible hacer ensayos no destructivos completos de una unión pegada con un adhesivo. Como alternativa, se planteó realizar una monitorización permanente de una unión con adhesivo para medir su estado estructural y garantizar una transmisión de fuerzas fiable.
Este tipo de control puede realizarse muy fácilmente empleando una única galga extensométrica, que se instala en una posición del componente especialmente sensible a los daños, denominada punto de deformación cero[1]. En esta posición especial, en la que la galga simplemente se pega a la superficie de las piezas unidas entre sí, no existe ninguna deformación si la unión entre las piezas no está dañada. Cuando se produce un daño, la distribución de deformación varía y se obtiene una señal de medida clara.
El reto de esta prometedora técnica de monitorización de salud estructural radica en situar la galga extensométrica con la máxima precisión posible en el punto de deformación cero previamente calculado. El problema es que cualquier pequeño desajuste (<200 µm) o variación en el grosor de la unión produce un desplazamiento de la señal de medida, que obliga a aplicar una corrección a la variación en la deformación resultante.