En los últimos años se ha producido una transformación radical en los requisitos de las plantas de producción y envasado de la industria alimentaria. En parte, se debe a la creciente automatización de estas plantas, pero también a cambios en los hábitos de los consumidores que, cada vez más, demandan productos frescos sin conservantes. Como resultado de esta tendencia y para garantizar la seguridad de los consumidores, se está haciendo indispensable diseñar entornos de producción adaptados a una serie de factores de higiene.
El diseño higiénico reduce la posibilidad de que se produzca acumulación y proliferación de microorganismos tales como bacterias y hongos. Igualmente, ayudan a limpiar los equipos de manera rápida y en profundidad, lo cual reduce al mínimo el riesgo de contaminación —por ejemplo, entre diferentes fármacos— y los tiempos de parada.
Para diseñar plantas higiénicas, aparte de una sólida experiencia técnica, los ingenieros deben tener algunos conocimientos de microbiología. Deben tener en cuenta las propiedades y el tamaño de los microorganismos y, en especial, deben saber cómo se comportan cuando se encuentran sobre una superficie y cuál es capacidad para proliferar en huecos, grietas y espacios muertos.