Sensores que soportan cientos de ciclos de esterilización en autoclave, camas de hospitales, bombas de infusión equipadas con un sensor de presión... Prácticamente todos los dispositivos médicos que tienen un conector incorporan también un sensor de presión, fuerza, galgas extensométricas, carga o par que monitoriza las influencias mecánicas Por ejemplo, hemos desarrollado sensores que proporcionan un feedback de fuerza y que soportan los rigores de la desinfección en autoclave.
Sensores integrados personalizados para OEM de dispositivos médicos
El desafío
No es fácil resumir los principales retos sanitarios que existen a escala mundial. Hay una serie de vectores que se realimentan entre sí. Y, aunque existe un consenso general sobre la dirección a la que apuntan esos vectores, las opiniones de los expertos sobre su magnitud y la velocidad a la que evolucionan varían, tanto a escala global como regional.
El primer vector es el tamaño de la población mundial. Aunque la tasa de crecimiento se está reduciendo, la población total sigue aumentando. La ONU estima una población mundial de 7900 millones en 2022 y las proyecciones sugieren cifras de 8600 millones en 2030, 9800 millones en 2050 y un pico en torno a 11.200 millones hacia 2080.
El segundo vector es la salud de la población y las causas de fallecimiento. Gracias a los avances de los últimos doscientos años en la lucha contra las enfermedades transmisibles, la mejora de la nutrición y la reducción de la mortalidad infantil, la esperanza de vida ha aumentado. De hecho, sigue haciéndolo y eso tiene dos efectos. El primero, que la proporción de mayores de 65 años seguirá aumentando (del 9% en 2019 a cerca del 16% en 2050). En segundo lugar, las principales causas de muerte se asocian cada vez más a enfermedades no transmisibles.
El tercer vector de la sanidad global es la evolución de las propias profesiones sanitarias. Si en 1960 había 1,3 médicos por cada 1000 habitantes, en 2017 esa proporción había crecido hasta 1,76, aunque con una distribución irregular, según los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). De una región a otra, la proporción de personal sanitario puede variar en un factor de 10, con una gran variabilidad en el mix de competencias. Según estimaciones de la OMS, en el mundo faltan 4,3 millones de médicos y personal de enfermería, lo que equivale al 15% del total de profesionales sanitarios que hay en todo el mundo.
La demanda de servicios sanitarios no deja de aumentar y la formación de los profesionales disponibles es insuficiente. Todo ello supone un constante estrés para los sistemas nacionales de salud, a lo cual se suma el carácter cambiante de las prioridades sanitarias mundiales. Cada vez que se resuelve un reto sanitario aparece otro en el horizonte, para el que se requiere una respuesta totalmente distinta.
Destinamos cantidades ingentes de recursos a la sanidad. Los sistemas nacionales de salud y los planes de seguros de los gobiernos, que eran prácticamente inexistentes antes de los años 30, absorben hoy una proporción creciente del PIB. Entre los países de la OCDE, el gasto oscilaba entre el 2% y el 4% en 1960, y ha crecido hasta situarse entre el 6% y el 11% en 2020. ¿Eso es suficiente o no? Hay un debate interminable en torno a esta cuestión.
Los sistemas de salud son conscientes de que deben reinventarse continuamente. La investigación, la industria y la innovación aportan nuevas soluciones a diario, y los sistemas de salud están encantados de explotar sus beneficios.
Existe una interacción pragmática entre la industria y la práctica sanitaria, que ha hecho posibles numerosas innovaciones que mejoran la forma de trabajar. Por ejemplo, la adopción de sensores miniaturizados fiables ha abierto la puerta a una serie de innovaciones en la monitorización de los pacientes que, a su vez, ha elevado la productividad de los profesionales sanitarios y la calidad de los resultados. Si a ello le añadimos las comunicaciones inalámbricas baratas que existen hoy en día y que permiten conectar dispositivos individuales a internet, el resultado es una expansión exponencial de las tecnologías médicas interconectadas, a la que se ha dado en llamar el “internet de las cosas médicas” (IoMT).
El internet de las cosas aplicado a la medicina abre vías radicalmente novedosas para responder a los retos sanitarios. Como siempre, las respuestas dependen de cuales sean las preguntas. Repasemos brevemente algunas:
¿Cómo se puede aliviar la presión a la que están sometidos los sistemas de atención a los pacientes??
La “atención médica domiciliaria” plantea soluciones para dolencias no críticas que el paciente puede usar por sí mismo. Se apoya en dispositivos médicos que llevan un seguimiento o control del estado del paciente y que este puede llevar puesto (por ejemplo, una pulsera de actividad) o implantado (un marcapasos). Cuando solo se necesita una monitorización o intervención intermitente (presión sanguínea, diabetes), el dispositivo puede ser portátil. Estos dispositivos recogen datos y proporcionan un análisis que el propio paciente puede interpretar. De este modo, los profesionales sanitarios pueden centrarse en los casos críticos. Este concepto de atención domiciliaria está ganando peso en respuesta al envejecimiento de la población mundial.
¿Cómo se puede hacer más medicina preventiva?
La atención médica domiciliaria se complementa con un segundo concepto: la telemedicina. Los datos que recopilan los dispositivos de atención domiciliaria se pueden enviar a los profesionales de la salud que, cuando es preciso, pueden comentarlos con los pacientes por videollamada. De la misma manera, se pueden emitir recetas y pedir medicamente online.
¿Cómo hacer el mejor uso posible de habilidades quirúrgicas difíciles poco abundantes?
La cirugía a distancia (o telecirugía) permite a un médico operar a un paciente que no se encuentre en el mismo lugar. Es una combinación de robótica y comunicaciones de datos de alta velocidad, que pone a disposición de pacientes de todo el mundo la pericia de cirujanos especializados, sin necesidad de que los pacientes se desplacen más allá de su hospital local.
¿Cómo se puede aumentar la disponibilidad de tratamientos para atender toda la demanda?
Puesto que el número de profesionales disponibles es limitado, las autoridades sanitarias regionales y nacionales están adoptando distintos enfoques sobre “quién puede hacer qué”. Algunas autoridades nacionales permiten al personal de enfermería o a determinados paraprofesionales llevar a cabo determinadas intervenciones médicas o quirúrgicas, como una forma de paliar la falta de médicos o cirujanos.
¿Cómo se puede incrementar la productividad de los profesionales sanitarios?
A día de hoy, una de las formas más eficaces de aumentar la productividad es rediseñando las herramientas profesionales. Y si, además, ese rediseño permite delegar un determinado procedimiento en personal menos cualificado —con resultados sistemáticos y satisfactorios— la ganancia de productividad se multiplica por el aumento del alcance.