La primera oleada de innovaciones que trajo la agricultura de precisión inundó de información la cabina del tractor y permitió utilizar de una manera más eficaz los implementos, como el arado, el abono, la sembradora, el distribuidor de pesticidas o la cosechadora.
La segunda ola de innovación estuvo más dirigida a crear bucles de retroalimentación entre las distintas herramientas automatizadas, con el objetivo de simplificar el trabajo del tractorista y de que este pudiera dedicar toda su atención a un pequeño número de tareas verdaderamente importantes. En segundo plano, los sistemas automatizados se encargaban de recopilar datos constantemente para aportar una información más completa que mejore la toma de decisiones.
La tercera ola de agricultura de precisión ha traído una importante novedad: el agricultor ya no tiene que pasarse el día subido al tractor. Ya hay algunos vehículos autónomos en el mercado; es posible que, en el futuro, ni siquiera lleven una cabina para que se siente en ella un conductor. Nos encontramos ante una revolución: el agricultor cualificado está dejando de ser un recurso limitante y se está convirtiendo en un multiplicador económico que puede gestionar simultáneamente varios robots agrícolas automatizados.
De cara al futuro, la agricultura de precisión hará un mayor uso de vehículos agrícolas autónomos. Esto se acompañará de mejoras en la transmisión de datos inalámbricos y en la adquisición de datos, a cargo de vehículos aéreos y terrestres no tripulados más inteligentes y pequeños. Estos vehículos más pequeños no solo llevarán un control del estado del suelo y del cultivo; también se encargarán de monitorizar el estado de la maquinaria agrícola , para que los agricultores optimicen las revisiones y el mantenimiento, y reduzcan al mínimo los tiempos de inactividad de sus máquinas.
El nuevo horizonte de la agricultura pasa por gestionar de forma remota las actividades agrícolas, con la ayuda de la automatización, sensores inalámbricos y el internet de las cosas. Todas estas posibilidades no son coto privado de las economías más ricas ni de las explotaciones más grandes. La tecnología y las nuevas ideas irán calando y llegarán a todo el sector, igual que el agua va empapando el suelo.
Es cierto que han sido los grandes fabricantes quienes han estado detrás de las primeras oleadas de tecnología. Ellos eran los que tenían los recursos de I+D para experimentar y la visión para desarrollar nuevos conceptos que, lógicamente, estaban dirigidos a las grandes explotaciones que podían permitirse las inversiones. Pero el futuro será, sin duda, más democrático: los fabricantes de gran volumen crearán soluciones inteligentes para nichos del mercado global y habrá una gran cantidad de pequeños fabricantes innovadores, que pondrán a punto equipos más pequeños y económicos, adaptados a las necesidades de los pequeños agricultores. Según la FAO, en el mundo en desarrollo hay en torno a 500 millones de pequeñas explotaciones que producen más del 80% de los alimentos del mundo. Es un mercado demasiado grande para que los empresarios e innovadores no se fijen en él.
