Introducción
Los primeros tractores con motores de vapor que se desarrollaron en el siglo XIX tenían los mismos objetivos de diseño que hoy en día: proporcionar potencia, una elevada tracción y, sobre todo, un par aplicado de forma fiable y a una velocidad controlable. El diseño de aquellos tractores ha evolucionado a lo largo del tiempo. En la actualidad contamos con un amplio surtido de vehículos que desempeñan funciones críticas en una enorme variedad de sectores, desde la agricultura y el movimiento de tierras hasta aplicaciones comerciales o militares. Todos ellos se parecen en que deben trabajar con eficiencia en terrenos variados y complicados.
Para que estos vehículos rindan al máximo, sus ruedas deben tener en todo momento un buen contacto con el suelo. Y, para ello, es necesario que el motor entregue potencia y que esta se transmita a las ruedas a través de la cadena cinemática y las reductoras. Si queremos que un vehículo pesado avance a través de un terreno irregular, debemos aplicar a todas sus ruedas un par conocido, de manera coherente.
