La integridad estructural de los túneles, los puentes, los oleoductos y otras estructuras grandes y costosas debe monitorizarse de forma regular y con buena eficacia de costes. El objetivo: garantizar que sean seguras y fiables.
En este tipo de situaciones, la monitorización de la salud estructural (SHM) tiene una importancia crítica, porque permite adoptar un planteamiento proactivo del mantenimiento y el seguimiento, en lugar de limitarnos a esperar a que se produzcan daños y entonces repararlos. Este enfoque proactivo puede ahorrar dinero y evitar tiempos de inactividad no planificados.
Sin embargo, la necesidad de aplicar una SHM fiable y precisa a las grandes infraestructuras suele obviarse por cuestiones de costes, confusión sobre qué sensores emplear o dificultades a la hora de interpretar los datos de deformación. Todo ello se convierte en un problema cuando se producen daños estructurales inducidos por la deformación. Y eso es algo que ocurre habitualmente, puesto que las obras civiles están expuestas a cargas constantes y agentes ambientales que causan desgaste y degradación a lo largo del tiempo.